martes, 1 de septiembre de 2009

Deicida

Hoy mate a Dios con un verso envenenado
Mis palabras royeron su cuerpo como la peste
Y su sangre fluyo en ríos de religiones eternas
El chillo como un cerdo y aulló como un perro
Junto a él aullaron todos los perros también los lobos,
Pude ver sus ojos en su último minuto
Y me recordaron a los de niño perdido
El me miro fijamente y no dijo nada.
Hoy su cadáver está en mi patio trasero
Y sobre él ha crecido un jardín inmenso
De flores de bellísimos colores
Yo suelo ir a escribir versos a este lugar hermoso
Y extrañamente escucho a las flores que susurran y me dicen:
Que me han perdonado
Y no puedo evitar reír a carcajadas
Ellas escuchan y se ríen conmigo
Y algunas veces me cuentan secretos
Que jamás habría imaginado,
Y me digo a mismo:
Solo cosecho aquello que he sembrado.

publicado por juan manuel avilés

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